By Yavor Tarinski
Como una alternativa que ha sido ensayada y experimentada en la práctica para comunidades en el pasado y el presente, el paradigma de los comunes va más allá del Estado y del mercado e implica la autodeterminación radical de la sociedad, permitiendo a la ciudadanía gestionar directamente sus recursos compartidos.
En su libro The Economic Order & Religion , Frank H. Knight y Tomás H. Merrian argumentan que “la vida social a gran escala con la propiedad en común es imposible» 1 .William F. Lloyd y después Garret Hardin, con el mismo espíritu, promovieron el término neo-malthusiano 2 de «la Tragedia de los Comunes» 3 , argumentando que los individuos, actuando independientemente y racionalmente según su interés particular, se comportan contrariamente a mejores intereses del grupo entero agotando algunas fuentes de recursos comunes. Desde entonces, las tesis que afirman que la gente es incapaz de gestionar nada colectivamente, sin el control y la supervisión de instituciones y autoridades separadas de la sociedad, se han infiltrado con éxito en el imaginario social.
Incluso dentro amplios sectores de la izquierda la gestión en común de recursos se está viendo como una utopía que se prefiere dejar para el futuro distante, persistiendo hoy en día entre variaciones de formas de propiedad privada y estatales 4 . Así se mantiene el dilema entre gestión privada / estatal de los recursos comunes, condenando otras iniciativas a la marginalidad.
Sin embargo, un número creciente de voces intenta romper con esta dicotomía. Por los autonomistas Michael Hardt y Antonio Negri esto es un falso dilema. Según ellos,
«La aparentemente exclusiva alternativa entre lo privado y lo público se corresponde con una alternativa política igualmente perniciosa entre capitalismo y socialismo. A menudo se asume que la única cura a los males de la sociedad capitalista es la regulación pública y la gestión económica keynesiana y / o socialista; y, desde el otro lado, parece que las enfermedades socialistas sólo se pueden tratar con la propiedad privada y el control capitalista. Pero el socialismo y el capitalismo, pese a veces se han mezclado entre sí causando conflictos amargos, son ambos regímenes de propiedad que han excluido el común. El proyecto político de instituir lo común (…) corta en diagonal estas falsas alternativas. » 5
La falsedad del dilema estatal / privado también se puede observar en la relación simbiótica entre estas dos supuestas «alternativas». El autor y activista David Bollier señala el parentesco histórico entre los dos 6 . Según él, los mercados se han beneficiado del aprovisionamiento aportado por el Estado de infraestructura, innovación y actividad mercantil, así como del acceso libre y gratuito a bosques públicos, minerales, líneas aéreas, investigación y otros recursos públicos . Por otra parte, el Estado depende de los mercados como fuente vital de impuestos y trabajo para la gente, y también como una manera de evitar afrontar las desigualdades de riqueza y de oportunidad social, dos retos políticamente explosivos.
A primera vista parece que nos quedamos sin elección real, ya que las dos «alternativas» conllevan el mismo grado de privatizaciones que benefician unas reducidas elites.Durante los últimos años, sin embargo, el paradigma de los «comunes» ha emergido desde la base como una potente solución práctica a la crisis contemporánea y un paso más allá del dilema dominante. Es una alternativa que se ha intentado y se ha experimentado en la práctica por muchas comunidades, en el pasado y el presente.
La lógica de los comunes
La lógica de los comunes va más allá de la ontología del Estado-nación y del mercado “libre”. En un sentido presupone que vivimos en un mundo común que puede ser compartido entre toda la sociedad sin que mecanismos burocráticos o de mercado lo tengan que privatizar. Así, sin acaparamiento ejercido por gestores externos (compitiendo con la sociedad y entre ellos), los recursos dejan de ser escasos al dejar de haber interés en su explotación rápida. Ivan Illich observa que «cuando la gente hablaba de los comunes, (…) designaba aspectos del entorno que tenían límites, que eran necesario para la supervivencia de la comunidad, que eran necesarios de varias maneras para los diferentes grupos, pero que, en un sentido estrictamente económico, no se percibían como escasos » 7 . La lógica de los comunes siempre evoluciona y rechaza la burocratización de los derechos y esencias, pese incluye formas de autocontrol comunal y autolimitación individual. Es por ello que consigue sintetizar lo individual con lo social .
Los comunes se pueden encontrar a lo largo y ancho de todo el mundo bajo diferentes formas: desde comunidades indígenas resistiendo la deforestación de las selvas y los agricultores indios luchando contra las corporaciones de los OGM en el software de código abierto y los movimientos por los derechos digitales sobre internet . Las características generales que todos comparten son los procedimientos de democracia directa en su gestión, el diseño y la elaboración abiertos, la accesibilidad y la evolución constante.
Las raíces de los comunes se extienden profundamente en la antigüedad, pero hoy en día siguen creciendo debido a su constante renovación, incluyendo las prácticas agrícolas comunales indígenas, las nuevas formas de «economía solidaria», los Fablabs de alta tecnología, las monedas alternativas, y mucho más. La ausencia de un marco ideológico estricto favorece su constante evolución.
La lógica de los comunes arraiga profundamente en la experiencia de la Antigua Grecia. El filósofo griego-francés Cornelius Castoriadis la describe como un periodo en el que aparece una esfera pública libre, «una esfera política que” pertenece a todos “» ( τακοινα – los comunes en griego) 8 . Lo “público” dejó de ser un asunto “privado”, es decir, un asunto del rey, de los sacerdotes, de la burocracia, de los políticos y / o de los expertos. En vez de eso, las decisiones sobre los asuntos comunes debían tomar desde la comunidad.
Según el antropólogo Harry Walker, la lógica de los comunes también se podría encontrar enlas comunidades amazónicas peruviana , para las cuales los bienes más deseados no se veían como bienes en competición. Esto contrasta con la economía moderna, que asume que si los bienes son disfrutados por una persona no pueden serlo para otra. La cultura amazónica peruviana se basaba en compartir, en disfrutar lo que puede ser compartido más que lo consumido privadamente.
Las villas suizas son un ejemplo clásico de comunes sostenibles. Elinor Ostrom , con su trabajo de campo sobre una de ellas, ha puesto luz sobre esto. En esta ciudad los pastores locales planifican privadamente los cultivos pero comparten un prado comunal para los pastos. Ostrom descubrió que en este caso la posible tragedia de los comunes (una sobre-pasto) la prevenían los aldeanos llegando al acuerdo de que cada uno podía cultivar sólo lo que pudiera mantener para el invierno, una práctica que se remonta a 1517. la investigadora descubrió otros ejemplos de gestión comunal de bienes efectiva en EE.UU., Guatemala, Kenia, Turquía, Nepal y partes.
Elinor Ostrom visitó Nepal en 1988 para investigar los sistemas de riegos gestionados por los agricultores de allí 9 . La gestión de estos sistemas se hacía a través de asambleas anuales entre los agricultores locales y informalmente con unas bases constantes. Así, los acuerdos para utilizar el sistema, su seguimiento y las sanciones ante las infracciones se hicieron desde la base. Ostrom descubrió que los sistemas de riego gestionados por el campesinado producían para las necesidades de las comunidades locales más que para los mercados: producían más arroz y distribuían el agua de manera más equitativa. Llegó a la conclusión de que a pesar de estos sistemas tenían funcionamientos diferentes, muy pocos de ellos funcionaban tan mal como los propuestos y gestionados por el Estado.
Uno de los ejemplos contemporáneos más brillante de reclamación de los comunes es el movimiento zapatista en México. En 1994 los zapatistas se rebelaron contra el acuerdo NAFTA, que buscaba la privatización completa de los recursos y bienes comunes, vitales para la subsistencia de las comunidades indígenas. A través del levantamiento zapatista las poblaciones locales han reclamado su tierra y sus recursos, y los han gestionado con éxito durante más de 20 años a través de un sistema participativo basado en la democracia directa.
Los comunes digitales, por otra parte, incluyen wikis, como Wikipedia , organizaciones de lliecència abierta, como Creative Commons , y muchos más. El investigador de movimientos sociales Mayo Fuster Morell los define como «recursos de información y conocimiento que son creados y poseídos colectivamente o compartidos entre una comunidad que tiende a ser no excluyente, es decir, disponible (normalmente gratuitamente) para terceras partes. Así pues, son orientados para favorecer su uso y la reutilización, en vez de ser intercambiados como mercancías. Además, la comunidad de gente que los construye puede intervenir en la gestión de sus procesos interactivos y de sus recursos compartidos ».
En otras palabras, la lógica de los comunes es un esfuerzo hacia el uso inclusivo y colectivo de los recursos, conocimiento y otras fuentes de riqueza colectiva, que necesita la construcción de seres humanos que sean socialmente activos y cuidadores respetuosos de estos comunes. Esto implica una ruptura radical con el actual imaginario economicista, que ve todos los seres humanos simplemente como materialistas racionales, siempre queriendo maximizar su interés particular utilitario. En lugar de ello supone una autodeterminación radical de la sociedad que permita a la ciudadanía gestionar directamente sus propios comunes.
Los comunes como modelo para el futuro
Una característica principal compartida por los diferentes casos de comunes es la interactividad a nivel de base. El amplio acceso a los recursos y su propiedad sostenida en común por la sociedad presuponen que su gestión la lleva a cabo la misma sociedad. La involucración del Estado es incompatible con esta amplia autogestión popular, ya que las formas estatistas están implicando el establecimiento de unos estratos burocráticos y gestores separados de la sociedad. Esto quiere decir que los comunes van más allá (ya menudo incluso en contra) de los diversos proyectos de nacionalización.
Lo mismo ocurre con los constantes esfuerzos neoliberales de privatizar lo que todavía no lo está, contra los que durante los últimos dos años se han alzado movimientos sociales en todo el mundo. Las propuestas alternativas de los movimientos incluían de una u otra forma un proyecto amplio de democracia directa. Este necesariamente incluye cada esfera de la vida social, y esto también incluye los comunes.
Una alternativa holística al sistema contemporáneo, una alternativa que incorpore el proyecto de la democracia directa y los comunes, se puede dibujar desde los escritos de grandes teóricos libertarios como Cornelius Castoriadis y Murray Bookchin. Las propuestas desarrolladas por estos dos pensadores ofrecen visiones indispensables sobre cómo la sociedad puede autogestionarse ella misma sin mecanismos gestores externos.
Como hemos visto en los casos presentados antes, los comunes necesitan la coordinación entre las personas comuneras que las «tragedias de los comunes» se puedan evitar. Pero mucha gente, incluyendo Knight y Merriam, argumentan que esto sólo podría funcionar a escala pequeña. Esto ha hecho que mucha gente de izquierdas apoye diferentes formas de burocracia estatal para gestionar los comunes en nombre de la sociedad, como mal menor, pero posible.
En sus escritos Castoriadis rechazó repetidamente esta hipótesis, defendiendo que la toma de decisiones colectiva a gran escala es posible con el conjunto adecuado de herramientas y procedimientos. Rechazando la idea del modelo único «corrrecte», sus ideas estuvieron influidas en gran medida por la experiencia de la antigua Atenas.Teniendo en cuenta la polis ateniense, consideró que la participación ciudadana directa era posible en comunidades de hasta 40.000 personas 10 . A este nivel, las comunidades pueden decidir sobre asuntos que les afectan directamente en encuentros cara a cara (asambleas generales). A niveles superiores que afecten también otras comunidades, las asambleas locales escogen delegados revocables ya corto plazo para que asistan a consejos regionales. Así, a través de este fluir horizontal del poder colectivo, podrían dibujar acuerdos conjuntos y marcos para regular el control y el uso de los comunes.
Murray Bookchin hizo una propuesta similar. También influido por la experiencia de la antigua Atenas, propone el establecimiento de asambleas municipales frente a frente, conectadas entre ellas con confederaciones democráticas, convirtiendo en obsoleto el aparato estatal. Según Bookchin, en un caso así “el control de la economía no se encuentra en manos del Estado, sino bajo custodia de” consejos confederales “, y de esta manera es comunal, ni colectivizada ni privatizada» 11 .
Esta organización no debe traducirse necesariamente en jerarquía, como sugirieron Elinor Ostrom y David Harvey 12 . Al menos si se cumplen algunos requisitos. Este es el caso de muchos de los ejemplos prácticos en el mundo de democracia directa, en los que el rol de los delegados es de vital importancia, pese a menudo se descuide. Su subordinación a las asambleas (como principal fuente de poder) se establecerá a través de varios mecanismos, tales como: mandatos cortos, rotación y elecciones por sorteo. Todos estos mecanismos se han probado en diferentes momentos y contextos y han demostrado ser un antídoto efectivo para la oligarquización del sistema político.
A través de esta autodeterminación y trabajo en red se puede llevar a cabo el establecimiento y control directo de los comunes a manos de las diferentes comunidades que dependan. Otro elemento que podría complementar las propuestas descritas es la llamada «economía solidaria». En Europa y otras regiones en crisis (como Sudamérica) están extendiendo entidades colectivas de formas diversas que permiten a las comunidades gestionar directamente las actividades económicas en favor propio.
Una combinación de comunes y economía solidaria permitirá a la sociedad dibujar el conjunto de normas con las que regular la utilización de los comunes, mientras que las entidades de economía solidaria, como cooperativas y colectivos, se ocuparán de la gestión directa de los comunes. Estas entidades se gestionarían en democracia directa para las personas que trabajaran y las comunidades las recompensas dignamente por sus servicios. Por otra parte, las instituciones públicas deliberativas deberían tener mecanismos para supervisar y controlar las entidades de economía solidaria, responsables de la gestión de los comunes, a fin de prevenir que fueran usurpados.
Un ejemplo de esta combinación se ha dado a la ciudad boliviana de Santa Cruz, donde la gestión del agua se organiza a través de c oop eratives de consumidores . Ha estado funcionando durante más de 20 años y continúa disfrutando de la reputación de ser una de los servicios mejor gestionados en América Latina. El sistema de agua se gestiona por una asamblea general de delegados, elegidos por los usuarios. La asamblea designa la dirección general, sobre el que los usuarios tienen derecho a veto, manteniendo así la estabilidad. Este modelo ha reducido drásticamente la corrupción, haciendo que el sistema de agua funcione para los consumidores.
La emergencia de esta combinación entre los comunes y producción de valor cooperativa, como explican Michel Bawens y Vasilis Kostakis, integra las externalidades, pone en práctica la democracia económica, produce comunes para el bien común y socializa el conocimiento. La circulación de los comunes se combinaría con el proceso de acumulación cooperativa, a manos de los comunes y sus contribuyentes. En un modelo así la lógica de la contribución libre y el uso universal para todos coexistiría con una red de democracia directa y un modo cooperativo de producción física, basado en la reciprocidad.
conclusión
Urge la necesidad de reconstruir los comunes. Teniendo aún en el horizonte la inestabilidad global, y agravándose, la cuestión de cómo compartiremos nuestro mundo común es la fina línea que separa, por un lado, el mundo dicotómico de barbarie mercantil o heteronomía burocrática y, del otro, un mundo posible basado en la autonomía individual y colectiva. Como dice Hannah Arendt:
« La esfera pública, como el mundo común, nos reúne y sin embargo nos impide caer unos sobre otros, para así decirlo. Lo que hace la sociedad de masas tan difícil de soportar no es el número de personas involucradas, o al menos no principalmente, sino el hecho de que el mundo entre ellas ha perdido su poder de reunirlas, relacionarlas y separarlas. La rareza de esta situación se asemeja a una sesión de espiritismo, donde una serie de personas se encuentran alrededor de una mesa y, de repente, a través de algún truco de magia, ven desaparecer la mesa en medio de ellos, por lo que dos personas sentadas una frente a la otra ya no están separadas, pero tampoco tienen entre sí ninguna relación tangible. » 13
El paradigma de los comunes, como parte de un proyecto más amplio de democracia directa, podría jugar el papel de truco que intenta hacer desaparecer la mesa, separándonos, pero creando al mismo tiempo relaciones humanas fuertes basadas en la solidaridad y la participación. Para que esto ocurra los movimientos sociales y las comunidades deben reclamar, a través del establecimiento de nuevas redes y el fortalecimiento de las ya existentes, la esfera pública y los comunes, constituyendo así un contrapoder coherente y creando posibilidades reales de instituir la práctica nuevas formas de organización social más allá del Estado y de los mercados.
NOTAS
1 Deirdre N. McCloskey, The Bourgeois Virtues , The University of Chicago Press, 2006. p.465.
2 El Malthusianismo origina con Thomas Malthus, un clérigo del siglo XIX que afirmaba que los pobres siempre tenderían a agotar sus recursos y quedar en la miseria debido a su fertilidad. (Derek Wall, Economics After Capitalism, Pluto Press, 2015. p. 125).
3 El concepto se basa en un ensayo escrito en 1833 por Lloyd, el economista victoriano, sobre los efectos del pasto sobre tierras comunales no regulada dada a conocer por un artículo escrito por Hardin en 1968.
4 Como demuestra Theodoros Karyotis en su artículo Chronicles of a Defeat Foretold , publicado en ROAR magazine, número 0 (2015), págs. 32-63.
5 Michael Hardt y Antonio Negri, Commonwealth , The Bleknap Press of Harvard University press, 2011. pág ix.
6 David Bollier y Silke Helfrich, The Wealth of the Commons , The Commons Strategy Group, 2012. En la introducción: «The Commons as a Transformative Vision».
7 Ivan Illich, Silence is abajo , publicado primero en CoEvolution Quarterly , 1983.
8 Cornelius Castoriadis (1983): « The Greek Polis and the Creation of Democracy » in The Castoriadis Reader (1997), Ed. David A. Curtis. pág. 280.
9 Elinor Ostrom la lecturadel Premio Nobel Beyond Markets and States: Polycentric Governance of Complejo Economic Systems (2009).
10 Cornelius Castoriadis, Democracy and Relativism , 2013. pág. 41.
11 Cengiz Gunes y Welat Zeydanlioglu, The Kurdish Question in Turkey , Routledge. 2014, pág. 191.
12 Por ejemplo, Elinor Ostrom, Beyond Markets and States: Polycentric Governance of Complejo Economic Systems, 2009; y David Harvey, Rebel Cities , 2012, pág. 69.
13 Hannah Arendt, The Human Condition , The University of Chicago, segunda edición, 1998, pág. 53.
Source: Afinidad Libertaria Parla